Las actividades humanas siempre han generado algún tipo de desecho, incluso en las culturas más rudimentarias, en tiempos muy remotos. Sin embargo, estos desechos eran ecológicos y el medioambiente podía asimilarlos sin problema. Reciclar los desechos antiguamente, era una actividad opcional cuando había factibilidad económica y técnica.
En el mundo actual las actividades humanas son más complejas, para preservar el estilo de vida que conocemos. A esto se le suma que la cantidad y variedad de desechos que se producen es muy grande. El medioambiente está sometido a una contaminación que no es capaz de asimilar, provocando la extinción de especies de animales y plantas, así como enfermedades. Además, la emisión de gases por combustión de combustibles fósiles está propiciando un cambio climático a nivel global, que trae graves consecuencias.
Reciclar los desechos no solo debe ser una actividad con sentido económico, sino fundamentalmente un esfuerzo por proteger el planeta de la acumulación de desechos.
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Las definiciones siempre son necesarias para evitar las confusiones o malas interpretaciones, con relación a cualquier tema. Reciclar es recolectar, clasificar y transformar materiales residuales para darles utilidad, evitando que se conviertan en acumulación de basura. Este es un arduo proceso, que requiere del apoyo de las personas, empresas y gobiernos con conciencia medioambiental y de protección de recursos naturales.
Reciclar trae varios beneficios a la sociedad en general. Ya hemos hablado que uno de ellos es cuidar el medioambiente, evitando las grandes acumulaciones de desechos contaminantes. Este es el beneficio más importante y más obvio de todos. Sin embargo, existen otros beneficios que también motivan la implantación de las actividades de reciclaje.
Muchos recursos naturales que explotamos en el mundo son del tipo no renovables. Es decir, existen en reservas que se habrán de agotar algún día. Por tanto, reciclar es una manera de evitar el agotamiento prematuro de los recursos no renovables. Entre estos tenemos el petróleo, carbón, gas natural, uranio, cobre, oro, hierro, aluminio, platino, mercurio, etc.
Es de vital importancia implantar hábitos ecológicos en las personas, empresas y gobiernos, con un enfoque en el reciclaje. De esta forma, se disminuye la necesidad de incrementar la extracción de recursos no renovables.
Los procesos de extracción y refinación de minerales requieren de un alto consumo energético. Pero con una buena política de reciclaje, se consiguen importantes ahorros de energía. Este ahorro puede estar entre 30, 50 o 70 %, dependiendo de la tecnología empleada. Por tal razón, reciclar el papel, vidrio, hierro, plástico, etc., es importante si queremos evitar consumir más energía.
Se estima que en el mundo se producen 2000 millones de toneladas de desechos sólidos, cada año. China es el país que produce mayor cantidad de desechos sólidos (395 millones de toneladas anuales). Le siguen los EEUU con 239 millones de toneladas anuales y Rusia con casi 200 millones de toneladas anuales.
Reciclar, aunque sea un 20 % de esa cantidad, implica el empleo de miles de trabajadores, en cada país. Por ejemplo, en EEUU, el reciclaje genera más de 700.000 empleos. Por otra parte, en la Unión Europea, se calcula que se pueden crear más de 500.000 puestos de trabajo, incrementando el reciclaje de basura al 70 %.
Para proteger el planeta y evitar el cambio climático existen cuatro tipos de reciclaje: fundición, químico, mecánico e incineración. Cada tipo tiene su aplicación, en función del desecho que se vaya a reciclar. A continuación, pasamos a explicarlos con más detalle.
Este tipo de reciclaje, también conocido como ciclo cerrado, convierte los materiales desechados en exactamente lo mismo, pero acondicionándolos nuevamente para reutilizarlos. Este es el caso de muchos residuos o chatarras metálicas, las cuales son fundidas para producir nuevas piezas metálicas como, por ejemplo, las vigas. Por otra parte, el vidrio también se recicla de esta forma, obteniendo un material de las mismas características que el original.
Este procedimiento consiste en descomponer químicamente los residuos plásticos para fabricar nuevos plásticos (repolimerización) o combustible. Las tecnologías más eficaces para este fin son la pirólisis y la gasificación. Estas emplean calor con ausencia de oxígeno para facilitar la descomposición de los plásticos.
Lamentablemente, el reciclaje químico del plástico no está tecnológicamente avanzado, para producir un nuevo plástico con la misma calidad que el original. Sin embargo, hay buenas perspectivas de mejoras a medio plazo.
En esta clase de reciclaje, los desechos son sometidos a procedimientos de compactación, molienda, cribado, extrusión, separación, lavado, secado, etc. Luego, los desechos podrán utilizarse como una nueva materia prima. Este procedimiento se aplica también a los desechos plásticos, obteniendo buenos resultados de reutilización.
En algunos casos los desechos de ropa, cartón, plástico y material orgánico no pueden reutilizarse. Por tanto, la alternativa más conveniente es la incineración, por conciencia medioambiental y para evitar la proliferación de bacterias.
Para la incineración de desechos se emplea una caldera que genera una temperatura promedio de 700 °C. Los desechos son introducidos paulatinamente hasta que se convierten en cenizas. Más tarde, estas cenizas se desecharán, ocupando mucho menos espacio que los desechos originales.
Para reciclar con mayor eficiencia, se deben inculcar hábitos ecológicos tanto en las personas como en las empresas. Por ejemplo, es muy importante clasificar y separar correctamente los desechos. Si esto no se hace desde cada hogar o empresa, será prácticamente imposible hacerlo una vez se hayan juntado los desechos de miles de hogares o empresas. A continuación, te explicamos cómo organizar los desechos correctamente.
En el contenedor amarillo deberemos desechar los envases plásticos y metálicos que se usan para comida o limpieza, tratando de que estén lo más limpios posible. Por otra parte, en contenedor marrón solo se echarán restos orgánicos de origen vegetal o animal. En contenedor azul solo se echarán cartón y papeles y, por su parte, los envases de vidrio deberán ir en un contenedor color verde.
Los desechos como insecticidas, baterías, jeringas, medicamentos, desechos tecnológicos, material quirúrgico, etc., deberán ir en un contenedor color rojo. Por último, aquellos otros residuos, que no les corresponda ir en los contenedores mencionados anteriormente, irán en un contenedor gris.
En Hogar Sostenible promovemos un cambio en los hábitos cotidianos de vida y consumo para proteger el planeta de la contaminación ambiental. En este sentido, el hábito de reciclar y reutilizar es muy adecuado para cuidar el medioambiente de la amenaza del consumismo desenfrenado. Disminuyendo el consumo podemos detener el cambio climático y las desastrosas consecuencias del mismo.
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