La economía del donut es un modelo económico sostenible que se basa en la idea de que los sistemas económicos deben funcionar de tal manera que sean sostenibles tanto para las personas como para el planeta. Este modelo fue creado por Kate Raworth, una economista británica que trabaja en el desarrollo sostenible. Sigue leyendo para conocer más en profundidad de qué se trata y por qué cada vez más países están más interesados en él.
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La economía del donut fue creada en por la economista Kate Raworth, autora del libro Doughnut Economics: Seven Ways to Think Like a 21st-Century Economist. Raworth es profesora de Desarrollo Sostenible en la Universidad de Oxford y miembro del think tank británico Overseas Development Institute. Ella se inspiró en la teoría del ecologista Garrett Hardin, que afirmaba que debemos mantenernos dentro de unos límites para evitar el colapso ambiental. Raworth creó este modelo económico sostenible en 2012 como una forma de visualizar cómo se puede alcanzar el bienestar de las personas y el planeta.
El modelo de la economía del donut se basa en dos principios: el primero de ellos es que las personas deben tener acceso a los recursos necesarios para una vida saludable y digna; el segundo principio es que no se debe dañar el planeta en el proceso.
La economía del donut tiene como objetivo alcanzar un estado de equilibrio en el que la gente viva dentro de sus límites planetarios; es decir, un estado en el que se garantice el bienestar de las personas sin comprometer la capacidad del planeta de sostener la vida. Para lograr este objetivo, la economía del donut propone un modelo económico en el que se tienen en cuenta las necesidades tanto de una parte como de la otra.
La economía del donut se basa en la idea de que debemos mantenernos dentro de unos límites ecológicos para asegurar un desarrollo económico sostenible. Estos límites se representan como unos círculos concéntricos, con el techo ecológico en el centro y los umbrales sociales en la periferia.
Los umbrales sociales son los límites mínimos de calidad de vida que debemos alcanzar para garantizar una vida digna para todos. Algunos de los umbrales sociales que podemos establecer son el acceso a la educación, la salud y la protección social. Cumplir con los umbrales sociales es esencial para el desarrollo económico sostenible. Si no logramos mejorar la calidad de vida de todas las personas, no podremos alcanzarlo. Es por eso que la economía del donut se centra tanto en la sostenibilidad ambiental como en la equidad social.
Por su parte, el techo ecológico —o umbrales ambientales— comprende los límites a los niveles de contaminación, uso de recursos naturales y cambio climático que podemos permitirnos antes de que se produzcan daños irreversibles al planeta. Los expertos han establecido una serie de umbrales ambientales, como el límite de la capacidad del planeta para absorber el dióxido de carbono y el límite de la capacidad de los océanos para neutralizar el acido sulfúrico. Para cumplir con este objetivo, necesitamos cambiar la forma en que producimos y consumimos para reducir nuestro impacto ambiental. Necesitamos adoptar prácticas más sostenibles, como el uso de energías renovables, el reciclaje y la reducción de los residuos.
La Unión Europea (UE) reconoce la economía del donut como un modelo sostenible para el siglo XXI. En 2016, la UE presentó un informe titulado «El camino hacia la economía del donut: Hacia un modelo de prosperidad sostenible para Europa». En este informe, la UE señala que este modelo puede ayudar a impulsar la prosperidad de Europa mientras se protege el planeta.
La UE también señala que el modelo es compatible con los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La Agenda 2030 es un plan de acción global adoptado por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015. El objetivo de la Agenda 2030 es lograr un desarrollo sostenible en todo el mundo.
La economía del donut está ganando terreno como modelo económico sostenible a nivel internacional. Cada vez más países están adoptando este modelo económico para impulsar el bienestar de las personas y el planeta. Algunos de los países que han adoptado la economía del donut incluyen a Reino Unido, Bélgica, Dinamarca y Países Bajos. De todos ellos, este último destaca sobre los demás.
En 2017, el gobierno de los Países Bajos anunció que iba a adoptar este modelo económico sostenible como guía para el desarrollo económico del país. Desde entonces, se han realizado varios esfuerzos para poner en práctica la economía del donut en los Países Bajos.
En 2018, se creó la Fundación Donut Economy, que tiene como objetivo fomentar este modelo en los Países Bajos. La fundación organiza eventos y actividades para sensibilizar a la población sobre la también llamada economía de la rosquilla. También ha creado una plataforma en línea para que las empresas y los organismos públicos puedan compartir ideas y soluciones sobre cómo poner en práctica la teoría.
En 2019, se publicó el informe «Rethinking the Dutch economy», que analiza cómo se puede aplicar el modelo de la economía del donut en los Países Bajos. Y en 2020, el gobierno anunció que se había establecido una meta de alcanzar el modelo en 2030. Para lograr este objetivo, el gobierno planea invertir en energías renovables, reducir la contaminación, mejorar la calidad de vida de las personas y fomentar el desarrollo económico sostenible.
Aunque la economía del donut está ganando terreno, todavía hay algunos críticos. Muchos economistas argumentan que es un modelo utópico, pues no se tienen en cuenta los factores clave de la economía, como la producción, el consumo y el mercado. Otros críticos argumentan que tampoco se consideran las diferencias entre los países. Estos críticos sostienen que el modelo de la economía de la rosquilla necesita ser más específico para tener un impacto real en el desarrollo económico sostenible.
Entre estas voces críticas destaca la de Branko Milanovic, execonomista jefe de investigación del Banco Mundial, quien señala que el modelo de la economía del donut no tiene en cuenta algunos aspectos importantes de la realidad económica, como la competitividad y el crecimiento. Además, argumenta que el modelo es más adecuado para un país pequeño y homogéneo, como los Países Bajos, y no se puede aplicar a países más grandes y diversos, como Estados Unidos.
Aunque Milanovic plantea algunas críticas, también reconoce que es un buen modelo para el desarrollo económico sostenible. Milanovic cree que el modelo puede ser útil como guía para la toma de decisiones económicas, pero que no se puede implementar de manera literal.
En definitiva, la economía del donut es un modelo muy interesante que busca abordar el desafío del desarrollo sostenible, ya que permite un crecimiento económico sin comprometer los recursos naturales del planeta. Si queremos alcanzar un desarrollo sostenible, es esencial que adoptemos prácticas más sostenibles y nos mantengamos dentro de los límites ecológicos del planeta. Por ello, si deseas consejos para lograrlo, te invitamos a visitar nuestra página web. En Hogar Sostenible contamos con una amplia variedad de contenidos que te pueden ser te gran ayuda.
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