La economía circular apenas representa el 9,1% de la economía global del presente. Aunque, sin ninguna duda, su crecimiento será imparable, porque permitirá aprovechar novedosas oportunidades de negocio para las empresas a medio y largo plazo. Al respecto, la Comisión Europea estima que, con la transformación hacia un modelo económico circular, el incremento de negocio de las compañías del bloque alcanzaría un 8% anual. En el mismo momento, calcula un ahorro neto de 600.000 millones de euros cada año para las mismas.
Por otro lado, debemos tener en cuenta las consecuencias positivas para el medioambiente y la sostenibilidad. Mejor aún, la implementación de prácticas circulares en la economía global disminuiría entre un 80 y un 99% los desechos industriales en determinados sectores productivos. Tal previsión procede de un informe de ONU Medio Ambiente, que también pronostica la reducción entre un 79 y un 99% de las emisiones de dichos segmentos.
¿Te gustaría conocer más sobre este interesante y conveniente concepto? ¡Sigue leyendo este artículo!
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La economía circular es un plan de producción y consumo que conlleva compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar tanto productos, como materiales existentes, siempre que sea posible, para crear un valor añadido, con el propósito, de extender la vida útil de los productos.
En términos prácticos, esto supone bajar los niveles residuales al mínimo. Cuando un producto alcanza el final de su ciclo, los materiales del mismo se conservan dentro de la economía, en caso de que sea posible. Estos materiales pueden ser utilizados de forma productiva repetidas veces, con el objetivo de crear el valor añadido ya señalado. Muestra una gran diferencia con respecto al modelo económico lineal tradicional, que se basa en el concepto de “utilizar y tirar”. Evidentemente, este necesita una gran proporción de energía y materiales económicos de fácil acceso.
En realidad, son varias las teorías y prácticas de producción que han dado forma al concepto de economía circular. El término se empleó por primera vez en la literatura occidental hacia 1980, pero ya en la década anterior algunas empresas aplicaban estrategias relacionadas. En efecto, en un informe para la Comisión Europea, titulado El potencial de sustitución de la mano de obra por energía, el arquitecto y economista Walter Stahel sugería en 1976 la visión de una economía en bucles o circular. Incluso planteaba cómo impactaría en la creación de empleo, la competitividad y el ahorro de recursos.
En 1995, el químico alemán Michael Braungart, y el arquitecto estadounidense Bill McDonough fundaron McDonough Braungart Design Chemistry. Esta organización asesora a las empresas en la implementación de un protocolo de diseño sostenible innovador. Hablamos del Cradle to Cradle (de la cuna a la cuna), un concepto de diseño que relaciona los procesos industriales y comerciales con los del metabolismo biológico. En este último, los desechos pasan a ser nutrientes recuperables y reutilizables. Empresas como Ford y Nike son algunos de sus clientes. No conformes con crear el concepto y una certificación asociada a su aplicación, los mencionados socios publicaron en 2002 el libro De la cuna a la cuna: Rediseñando la forma en que hacemos las cosas.
Economía azul, economía de rendimiento, capitalismo natural, diseño regenerativo y ecología industrial, son otras tendencias y filosofías asociadas con la economía circular.
Una de las razones para progresar en dirección a una economía circular es el incremento de la demanda de materias primas; así como también lo es la escasez de recursos. De hecho, algunas de las materias primas que juegan un papel crucial en esta área son finitos. Y ya que la población mundial sigue creciendo diariamente, de igual forma, la demanda también se incrementa.
Otro de los motivos, es la dependencia con ciertos países. Actualmente algunos Estados de la Unión Europea dependen de otros países para obtener materias primas. Por último, también nos encontramos con el impacto climático. Esto se debe a que tanto el uso de materias primas, como la extracción de las mismas, ocasionan varios efectos negativos en el medioambiente. Adicionalmente, incrementa tanto el consumo energético, como las emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo, al usar las mismas de forma más inteligente, existirá la capacidad de reducir esas emisiones.
Llevar a cabo algunas medidas, como la reducción de residuos, el diseño ecológico y la reutilización, disminuye considerablemente los costes que generan las empresas. En paralelo, también será factible rebajar el total anual de las emisiones de los gases de efecto invernadero. A día de hoy, la producción de estos materiales que usamos a diario representa aproximadamente el 45% de las emisiones de dióxido de carbono. Además, una economía circular puede llegar a producir importantes beneficios como atenuar la presión que se ejerce sobre el medioambiente. Asimismo, es posible optimizar la seguridad de suministro de las materias primas y la estimulación en áreas de innovación, competitividad, empleo y crecimiento económico. Se estima que para el año 2030, solo en la Unión Europea, se generarían aproximadamente unos 700 mil puestos de empleo gracias a la aplicación de este concepto.
Cabe mencionar que, de igual forma, este modelo puede brindarles a los consumidores mayor innovación y durabilidad. Aparte de proporcionar un ahorro monetario y una mayor calidad de vida.
La economía circular está enfocada en el uso, en lugar del consumo. Esta es la razón por la que los elementos, al pasar por cada uno de los ciclos en los que se apoya este modelo, pueden usarse, recuperarse o incluso restaurarse en un sistema mejor optimizado que el de las economías industriales tradicionales. Las bases por la que se rige este modelo son las siguientes:
Tú puedes implementar la economía circular en tu vida cotidiana y contribuir notablemente a lograr un mundo más sostenible. Sólo tienes que realizar seis acciones sencillas:
¡A través de la economía circular puedes tener un hogar más sostenible!
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