Los vehículos eléctricos parecen ser una importante contribución del sector automovilístico para el cuidado del medio ambiente. Después de todo, el transporte emite casi una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en Europa, de acuerdo con la European Commission Climate Action.
Además, el aumento de la conciencia ciudadana respecto a los problemas ambientales, las ventajas inherentes a su diseño y los incentivos gubernamentales han aumentado el uso de estos vehículos en muchos países.
Sin embargo, ¿estos vehículos son tan ecológicos como dicen? En este artículo analizamos los aspectos positivos y negativos que aportan para la conservación ambiental.
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Indiscutiblemente, los coches eléctricos pueden producir menos contaminación que los de combustible tradicional. Pero la respuesta sobre su “verdadera ecología” es más compleja.
A pesar de no emitir gases contaminantes con su funcionamiento, el desarrollo de esta alternativa de transporte es bastante reciente. En consecuencia, todavía existen desafíos relacionados con el impacto ambiental de su cadena de producción y la obtención de energía.
Existen posiciones contradictorias respecto a cómo de verdes son los vehículos eléctricos respecto a los de combustible. Sobre todo, son favorables, pero sigue existiendo un impacto ambiental inherente a su fabricación y ciclo de vida. El nivel de este impacto varía principalmente por los métodos de fabricación y de recarga energética. Afortunadamente, los fabricantes se encuentran abordando activamente diferentes maneras de mejorar sus procesos.
Los vehículos eléctricos tienen muchas ventajas, tanto para el ambiente como para el conductor. A pesar de que hay un margen de mejora que continúa desarrollándose, los beneficios son más que sólidos hoy en día.
Esta es una lista de las principales ventajas que ofrecen:
Ahora, hablemos respecto a los desafíos que debe enfrentar el sector de los vehículos eléctricos. Destacan aquellos relacionados con su fabricación y el método de obtención de la energía necesaria para su uso.
A continuación, profundizamos un poco sobre ello:
Aunque el uso de los coches enchufables se asocia con prácticas más “verdes”, su fabricación todavía no lo es. De hecho, algunos expertos consideran que su manufactura genera un 30-40% más emisiones que los coches tradicionales.
Esto se debe principalmente a las baterías de litio, cuya fabricación tiene un impacto ambiental mayor que hacer motores tradicionales. Por supuesto, este impacto puede “mitigarse” con el uso del vehículo tras su adquisición, pero igualmente reduce su potencial ecológico.
Para empezar, la fabricación de estas baterías implica el agotamiento de recursos minerales y el impacto ecológico asociado con explotarlos. Además, también está el tema de su eliminación. De hecho, el reciclado es muy poco eficiente, prácticamente todo se incinera. Por si fuera poco, si la eliminación no se hace correctamente, puede generar contaminación química con tóxicos.
La eficiencia de los procesos de fabricación de las baterías de litio incide directamente en el nivel de contaminación. Por ejemplo, se ha encontrado que compañías con prácticas americanas y europeas son considerablemente más eficientes que empresas chinas; e incluso existen empresas que exigen a sus proveedores el uso de energías renovables para la fabricación de las baterías.
En varios países, los procesos han mejorado poco a poco, al punto de que la huella de carbono se ha reducido hasta 3 veces en los últimos años.
Cuando se habla de vehículos eléctricos, es común hablar de “0 emisiones”. Es cierto que estos coches no emiten gases a través de su tubo de escape, pero su huella de carbono no es “cero”. Si la energía eléctrica utilizada para cargar el coche viene de quemar combustibles fósiles, habrá emisiones de CO₂ y otros gases dañinos.
En otras palabras, el gas no sale del coche para contaminar directamente el aire de la ciudad. Sin embargo, la demanda de electricidad puede generar una mayor emisión de GEI a la atmósfera.
Por otro lado, el reemplazo de la electricidad como fuente de energía para el transporte plantea otro problema. Se trata de los picos de consumo masivos y el incremento de demanda de energía. Esto, a su vez, puede ralentizar la transición de fuentes no renovables a renovables.
Como se ha visto, los automóviles eléctricos no son perfectos. Con todo, no puede negarse que representan una verdadera alternativa ante los vehículos convencionales. Se estima que en el 95% de los casos, la opción eléctrica es menos contaminante que la tradicional.
Por supuesto, reemplazar todos los coches que existen por vehículos eléctricos no es suficiente para alcanzar la movilidad sostenible. Para conseguir una sostenibilidad real es imprescindible que ocurra una transformación social. Es decir, reducir el uso de vehículos privados al máximo para que predomine el transporte público, así como las bicicletas y otras alternativas más amigables con el ambiente.
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